viernes, 18 de noviembre de 2011

Sabes exactamente a quién necesitas para ser feliz, pero te falta ese par de cojones para poder reconocerlo. Si lo pensaras en frío, no tengas miedo a quedarte solo, a perder, sé egoísta al menos por un momento y piensa solo en tí. Que sí, que tienes a alguien que te quiere esperándote, pero créeme, que como no espabiles, la echarás de menos.

Inés.

"¿Te puedo llamar?" Son de ese tipo de preguntas que vas a saber siempre, siempre, la respuesta. Que si me lo preguntas a la una de la madrugada, nada va a cambiar. Que sabes que ahí estaré, esperando a que suene, esperando a escucharte. Y desde el otro lado del teléfono, te apoyaré, que ya lo sabes, que siempre podrás apoyarte en mí, que siempre podrás contar conmigo. Porque para eso están las hermanas. Y nos hincharemos de helado de chocolate los domingos por la tarde, y nos comeremos la nocilla a cucharadas, y qué importa, ya sabes, cómete el orgullo, cómete a doña perfecta, cómete el estrés, cómete al malo de la peli. Y nos reiremos, nos reiremos mucho, con esas risas escandalosas y me dirás que no te mire porque entonces te entra la risa, o lloraremos y gastaremos dos, tres o diez paquetes de pañuelos. ¿Y qué? Ya sabes que la teoría la sabemos muy bien, al pie de la letra, pero que fallamos a la hora de aplicar la práctica. Y no queremos llorar, porque sabemos que no vale de nada, pero, ¿y si lloramos? pues lloramos y punto. Porque si tú lloras, aquí me tienes, a tu lado, y sé que si yo lloro... Ahí estarás tú.
Y aunque rendirse nunca fue una opción, no me queda otra. No puedo seguir si no estás tú conmigo. Que te echo de menos, y te tengo delante, ¿por qué será...? Que no quiero olvidar nada, me niego a borrar todos esos momentos, y...¿Que por qué no quiero olvidarlos si ya no están, y no los voy a volver a vivir? Recordarlos sólo va a conseguir que me duela y que te eche aún más de menos, pero ¿y qué? Si olvidar es engañarse.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Ser yo, otra vez. Ser yo, sin duda alguna. Que ese puto miedo vuelva de vez en cuando, me agota. No lo entiendo, ¿por qué? Inseguridad. Demasiada. Pero solo de vez en cuando. Esos momentos en los que te sientes pequeño, porque miras a la gente y ves que te miran y se ríen. Y piensas que es por tí, pero no tiene por qué. Mirar a tu alrededor, y sonreír, porque no te importa nada, solo te importas tú. Tú y tu gente. Porque con esas pequeñas pero grandes personitas, son con las que realmente puedes ser tú mismo, sin miedo a que te critiquen o se rían de tí. Esas personas a las que conoces por casualidad, pero que poco a poco pasan a formar parte de ti. Esas personas, que son en las primeras que piensas cuando estás feliz, o cuando estás triste, porque sabes que siempre están ahí. Tengo tanto que agradecerles a todos ellos, que no tengo siquiera palabras para ello. Pero ellos lo saben, saben que lo son todo para mí, y que no sería nada sin ellos. Les quiero, mucho.
Hay que aceptar las cosas como vengan. Porque el destino es así, imprevisible. No sabemos lo que puede llegar a pasar. Nunca. Es imposible saberlo. Disfruta el momento.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Arriésgalo todo y que no importen las consecuencias.

punto y final.

Si alguien quiere ser parte de tu vida, será. No pierdas el tiempo guardando espacio para quien no hará el esfuerzo en quedarse.